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CONOCIMIENTO
“Conocimiento e interés” (1968) revela la importancia que
Habermas otorga a los aspectos de fundamentación científica. Podríamos afirmar
que es la propia reflexión política la que le obliga a internarse por los
caminos de la teoría de la ciencia. Conocimiento e interés, escrito precisamente
en el contexto de crítica y debate entre las corrientes positivistas y el
postempirismo, pretende, de un lado, ser una “autorreflexión de la ciencia
sobre sí misma” y advertir de las limitaciones del cientificismo.
La investigación sobre lo que denomina los intereses del
conocimiento parte de un profundo examen e identificación de las estructuras
cognoscitivas y de los procesos de generación del saber científico, así como de
los límites disciplinarios entre las ciencias.
Según el pensador alemán, el ser humano inicia su conocimiento a partir de ciertos intereses
arraigados en su propia naturaleza.
En concreto, Habermas señala tres tipos de intereses:
1) Interés técnico:
En este caso, el ser humano percibe la realidad en función de su posible manipulación
técnica. Es el interés que abre el campo de saber de las ciencias
empírico-analíticas ( Física, Biología, Matemática, etc. ).
2) Interés práctico:
No se busca la manipulación de la realidad, sino la comprensión de su sentido.
Por ello, gracias a este interés, el hombre accede al significado de las
realidades simbólicas o culturales. Es el campo del conocimiento práctico y
sostiene a las ciencias de carácter práctico o histórico (Filosofía,
Antropología, etc. ).
3) Interés
emancipatorio: En este caso, el ser humano busca conocer la realidad
social, criticarla y modificarla desde el punto de vista de la libertad (
Ética, Política, etc. ). Es el interés que fundamenta a las llamadas ciencias
críticas, entre las que se cuenta la propia teoría habermasiana.
En los años setenta se produce un cambio en la trayectoria
habermasiana. El ‘giro lingüístico-pragmático’ decide el cambio y la transformación del paradigma impuesto desde el
racionalismo dogmático, que estructuraba el conocimiento en función de la
relación entre sujeto y objeto. La
razón, según Habermas, no se ha de plantear de esa forma, sino que exige un
tratamiento de carácter dialógico.
Estas nuevas inquietudes le conducen necesariamente a un
análisis de los procesos de comunicación y a descubrir las reglas que regulan
el entendimiento entre sujetos
racionales.
La Teoría de la acción comunicativa, publicada en 1981, supone la
culminación del trabajo filosófico de Jürgen Habermas. En ella Habermas
pretende:
1. Diseñar una teoría
ampliada de la racionalidad. A partir de los análisis comunicativos y de la
pragmática universal, Habermas propone
un nuevo concepto de razón, la razón discursiva.
2. Teoría de la
sociedad. A partir de la manifestación social de la racionalidad y de los
diversos tipos de acción, delinea una teoría de la sociedad diferente a la teoría social normativa que existía en
épocas anteriores.
3. La propuesta de teoría social normativa le sirve para
llevar a cabo una explicación de la
evolución de las sociedades modernas que, precisamente gracias a su
estatuto normativo, puede identificar
las patologías de los sistemas sociales y políticos contemporáneos y solventar
sus deficiencias.
La razón se sitúa,
según Habermas, en los procesos comunicativos. La racionalidad se puede
considerar así desde la perspectiva de la defensa argumental de los enunciados. Es racional, en este sentido, cualquier
expresión que concita el consenso de los participantes en una argumentación o,
lo que es lo mismo, aquella
expresión que puede ser aceptada por otro sujeto en base a razones. A
juicio de Habermas, un análisis exhaustivo de la racionalidad exige examinar la
práctica comunicativa e intersubjetiva de los hablantes con el fin de detectar
sus condiciones, reglas y límites. A esta investigación le da el nombre de pragmática universal.
Según Habermas, «la pragmática universal plantea (…) la
pretensión de reconstruir la capacidad de los hablantes adultos para insertar
de tal suerte oraciones en referencias a la realidad, que esas oraciones
puedan asumir las funciones pragmáticas de exposición, autoexposición y
establecimiento de relaciones interpersonales.
Pero, ¿cuáles son las
condiciones que determinan que un acto de habla sea aceptable? Es
importante identificarlas en la medida en que el entendimiento dependerá de su
cumplimiento. Habermas sostiene que en toda emisión comunicativa el hablante
plantea pretensiones de validez, frente a las cuales el receptor puede tomar
postura con un sí o con un no. En el caso de que el oyente reconozca las
pretensiones de validez implícitas en el acto, se habrá logrado el
entendimiento o acuerdo. En el caso de que la postura del oyente sea un “no” a
dichas pretensiones, se pondrá fin al acto de habla (y por tanto el
entendimiento habrá fracasado) o bien se
exigirá al hablante que defienda argumentadamente las pretensiones incoadas,
con lo que se iniciará el discurso.
El discurso termina con éxito cuando se “desempeñan” o
defienden dichas pretensiones, que acaban siendo aceptadas por el receptor. El
consenso o acuerdo constituye el final óptimo de todo discurso. La única fuerza
admisible en los discursos es la “fuerza del mejor argumento”.
Con la teoría
consensual de la verdad, Habermas refiere que ésta es predicable de las
argumentaciones y que constituye una pretensión de los diversos actos de habla,
eliminado la referencia de la verdad a la realidad objetiva y alejándose del
realismo filosófico. Desde este punto de vista, la verdad aparece como una
pretensión universal de ciertos actos de habla que puede ser desempeñada
discursivamente. Un acto de habla es verdadero en la medida en que en él puede
corroborarse el asentimiento de cualquier participante racional.
En conclusión, el
conocimiento verdadero se reduce a la expresión lingüística mejor argumentada y
que produce el mayor acuerdo posible.
POLÍTICA
La experiencia histórica demuestra que la evolución social ha privilegiado la óptica del sistema. El
sistema y sus normas han sido absorbidos por los integrantes de la sociedad de
tal forma que no se ha dejado espacio a
las opiniones sociales individuales e independientes.
Puede afirmarse, en cualquier caso, que con la expresión
referida el pensador alemán alude ni más ni menos que al proceso de
tecnificación de ámbitos prácticos que, por la fuerza de la expansión
científica y técnica, quedan sometidos a
una lógica instrumental (la del mercado, por ejemplo, o la del poder). La
colonización determina que la acción comunicativa sea socavada por
intervenciones de tipo instrumental y, sobre todo, que el entendimiento lingüístico sea sustituido como mecanismo de
coordinación por medios de comunicación de tipo no verbal. Fenómenos de este
tipo son, por ejemplo, el afán
consumista, la derivación económica de las relaciones personales y la
despersonalización de los subsistemas administrativos.
Pero, por otro lado, la perspectiva normativa de la teoría
de la sociedad habermasiana permite detectar el progresivo desacoplamiento entre sistema y mundo de la vida y
caracterizarlo de patológico. De ahí que, desde su punto de vista, la
Modernidad no haya de ser superada, como proponen quienes se sitúan en
corrientes posmodernas o antimodernas, sino “enderezada”. Recuperar el
núcleo discursivo y comunicativo del mundo de la vida, ensanchar el horizonte
del entendimiento entre sujetos libres, es la manera, a su juicio, de corregir
la expansión sistémica y vislumbrar sistemas sociales emancipados.
La política discursiva constituye el punto final de la
Teoría de la Sociedad habermasiana. Como la ética o el derecho, la política según Habermas habrá de
depender en última instancia de la comunicación discursiva. Desde este
punto de vista, la legitimidad de un sistema de poder sólo podrá acreditarse a
través de los procesos democráticos que expresan la voluntad política: el poder adquiere legitimación procedimental
porque es entonces cuando puede ser reconocido por los destinatarios.
Pero Habermas no desconoce la realidad de las sociedades
actuales, por lo que también reclama un cambio en la comprensión de las
relaciones entre Estado, Sociedad Civil y Economía. Se trata tres esferas de la
Sociedad que la teoría política ha
intentado complementar, por el momento sin éxito. Desde la perspectiva
liberal, el Estado aparece como el
garante de una sociedad entendida exclusivamente en términos económicos; la
política habrá de sortear y regular los posibles conflictos de intereses. Desde
la óptica llamada republicana, la primacía la obtiene la sociedad civil que ha
de conquistar en términos éticos al Estado con el fin domesticar el poder: la política se dirige contra el poder.
Con su propuesta deliberativa, lo que Habermas busca es superar y sintetizar
ambas perspectivas.
Habermas habla de tres
formas de entender la democracia. Los tres modelos comparten un mismo
respeto por los procedimientos que caracterizan la democracia moderna,
incluyendo la celebración de elecciones
libres mediante sufragio universal, el parlamentarismo, la separación de
poderes, el imperio de la ley o el respeto de los derechos humanos. Sin
embargo, se diferencian en su concepción del proceso político y en su visión
sobre el papel del Estado y de los ciudadanos en la sociedad. Modelos:
1.Modelo liberal:
La política tiene como meta el control de las administraciones públicas. La
sociedad está basada en la economía. El Estado garantiza los derechos de los
ciudadanos.
2. Modelo
republicano: Los fines colectivos no son únicamente resultado de una lucha
competitiva por el poder económico. La democracia parece depender de las
virtudes de los ciudadanos y de un compromiso ético hacia el bien común, lo
cual no siempre se corresponde con la realidad.
3. Modelo
deliberativo: El modelo propuesto
por Habermas presta especial atención a las condiciones comunicativas que
permiten producir resultados racionales en el proceso político mediante la
deliberación pública.
Según Habermas, la política deliberativa guarda conexión con
el MUNDO DE LA VIDA, porque está relacionada con la vida particular de los
ciudadanos y con las asociaciones espontáneas de la sociedad civil.
La teoría política habermasiana constituye una apuesta por
la implicación de los ciudadanos y los colectivos en la resolución de los
conflictos y en la renovación comunicativa de problemas, temas y normas.
Asimismo, aunque la política deliberativa apoya la institucionalización moderna
de los discursos, no olvida que en la esfera pública de la sociedad civil se
desarrollan también procesos discursivos que han de ser tenidos en cuenta. Por
ello afirma que las deliberaciones se pueden realizar de manera formal
―asambleas, parlamentos, etc.―, o de manera informal, en las discusiones que se
llevan a cabo en el seno de la sociedad civil, donde se puede auscultar el
latido de la democracia.
A diferencia de las propuestas
políticas comunitaristas, modelo republicano, que subrayan que la comunidad
política se autoconstituye en referencia a una identidad y comunidad ética
previa, la teoría discursiva de la
democracia, por el contrario, considera que el elemento configurador de la comunidad política es el nexo racional
que suponen las comunicaciones cotidianas, en las que se impone el mejor
argumento. Las autocomprensiones ético privadas pueden enriquecer la esfera
pública de la Sociedad Civil. En ella se lleva a cabo la formación de una voluntad y opinión común de acuerdo con procesos
discursivos en los que se debaten problemas, se perciben intereses y se
tematizan pretensiones con el trasfondo común del mundo de la vida social.
Todo ello hace necesario también repensar el alcance del
concepto de ciudadanía, nacido al socaire de los estados nacionales, puesto que
la identidad política no puede construirse en función de la cultura nacional debido
a las consecuencias de la globalización y la problemática de las sociedades
multiculturales. Como elemento integrador, pero al mismo tiempo superador de
las culturas nacionales, Habermas utiliza la expresión de ‘patriotismo constitucional’, que hace referencia a los valores
y principios constitucionales, al orden democrático constitucional y no a un
determinado texto legal. Yo tengo
orgullo de mi patria porque en ella se respetan los derechos y los ciudadanos
regimos nuestros destinos sociales, políticos y económicos.
ÉTICA
Habermas intenta ofrecer una fundamentación racional de la
ética. La suya es una ética formal,
aún más procedimental que la kantiana. Lo que da validez a una norma es el
procedimiento por el que se llega a ella, es decir, por medio del diálogo. Se trata de una ética mínima, pues no establece normas, sino que comprueba su
validez. Nos da un procedimiento de evaluación de normas y, en este
sentido, se trata también de una ética
negativa, porque las pone en tela de juicio. La propuesta de Habermas sería
una “criba” (criba-crítica, krínein). Es también una ética universalista porque intenta que sea válida para toda la
humanidad.
Su punto de partida
no es la conciencia moral kantiana, el
deber interiorizado por cada individuo,
sino el hecho de la comunicación. En el proceso de la comunicación,
hablante y oyente comparten implícitamente nociones morales. En toda
comunicación se presuponen las bases de un comportamiento justo y correcto.
Toda comunicación aspira al acuerdo, es decir, al entendimiento
y al “ponerse de acuerdo”. Cuando hablamos con otras personas, presuponemos que
nos están diciendo la verdad. Cuando haya un conflicto insuperable, los
individuos pueden comprometerse a participar en el discurso, que sería aquella
situación en la que el conflicto se solucionaría por el mejor argumento, excluyendo la coacción (amenazas) y el
engaño. En el discurso la fuerza del argumento vale más que el argumento de
la fuerza. El discurso debe ocurrir en una situación ideal de habla. Es decir,
una comunicación en la que todos participarían libremente y sin el obstáculo de
la coacción. Todos podrían intervenir, y todos podrían argumentar, criticar,
justificar. Habrá simetría e igualdad entre los participantes. Si alguno de estos rasgos no se da, podría decirse que el acuerdo no es válido.
En el discurso deben participar todos
los que se puedan ver afectados por las decisiones que se tomen en el mismo, de
forma que se garantice la presencia de todos los intereses.
Para Habermas, “el
que expresa un punto de vista moral está suponiendo que expresa algo
universalmente válido”. La universalidad se logra en el diálogo, en el
discurso, y está implícita en la comunicación. El que usa el lenguaje, lo hace
con afán de universalidad y eso no puede ignorarse. “Querer hablar” es aceptar
la simetría y la ausencia de represión. El principio de universalidad sería similar al imperativo categórico y se formula así:
“únicamente pueden aspirar a la validez aquellas normas que consiguen o pueden
conseguir la aprobación de todos los participantes en cuanto participantes de
todo discurso práctico.” “Toda
norma válida habría de poder encontrar el asentimiento de todos los afectados
si estos participasen en un discurso práctico.”
El postulado discursivo de la ética habermasiana significa
que el autor alemán opta por una ética formalista que establece procedimientos
en función de los cuales los sujetos
pueden comprobar la validez normativa de una manera imparcial y universal.
De carácter procedimentalista y formal,
la ética discursiva lleva a cabo una separación entre la estructura y los
contenidos del juicio moral, apartándose de propuestas concretas sobre la vida
buena. En resumen, la ética discursiva es
una ética de mínimos; mínimas, en
efecto, han de ser las normas en las que se revela un interés general de la
especie y que atañen a la justicia en las relaciones sociales.
Después de la crítica
de Nietzsche se pierde la confianza en la razón como fundamento de la moral.
No se cree que la conciencia moral pueda lograr normas universales, tal y como
Kant creía. Para recuperar esta
posibilidad, Habermas traslada la fundamentación de la moral de la conciencia
moral del sujeto a la comunidad de habla.
Copiado, reestructurado, ampliado y modificado a partir de: http://filocervantes.blogspot.com.es/ y
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VOCABULARIO
- Carácter dialógico:
Propuesta habermasiana de cambio de la razón tradicional por una razón
dialogada.
- Ética de mínimos: normas
mínimas en las que se revela un interés general de la especie y que atañen a la
justicia en las relaciones sociales.
-Ética negativa: La
ética que critica y pone en tela de juicio las normas imperantes.
-Ética
procedimentalista: La que se basa en la acción de un diálogo entre los
individuos.
-Filosofía analítica:
Filosofía que tiene como objetivo realizar un análisis del lenguaje, para
mostrar su insuficiencia a la hora de mostrar verdades.
-Lógica normativa:
Lógica universal, indiscutible e impuesta.
-Posmodernidad:
Corrientes filosóficas que critican la Modernidad entendida como la defensa de
una única lógica normativa.
- Patriotismo
constitucional: Patriotismo que surge del reconocimiento del individuo de
que está en un Estado de derecho real y consensuado.
- Pragmática
universal: pretensión de reconstruir la capacidad de los hablantes adultos
para insertar oraciones en referencias a la realidad y que sean asumidas por
todos.
- Principio de
universalidad: Las normas son válidas si son acatadas por todos a partir de
un diálogo no coaccionado.
- Propuestas
políticas comunitaristas: Visiones políticas establecidas de antemano
dictadas por principios ideológicos.
-Teoría de la acción comunicativa:
Teoría que pretende cambiar mediante el diálogo la ética, el conocimiento y la
sociedad.
- Teoría discursiva
de la democracia: Considera que el elemento configurador de la comunidad
política es el nexo racional que suponen las comunicaciones cotidianas, en las
que se impone el mejor argumento.
Comentarios
La letra de esta canción es ilustrativa:
LETRA 'FEO, FUERTE Y FORMAL'
Vídeo Feo, Fuerte Y Formalplay
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No vine aquí para hacer amigos
pero sabes que siempre puedes contar conmigo.
Dicen de mí que soy un tanto animal,
pero en el fondo soy un sentimental.
Mi familia no son gente normal
de otra época y corte moral.
Resuelven sus problemas de forma natural.
Para qué discutir, si puedes pelear.
Dame una sonrisa de complicidad
y toda tu vida se detendrá.
Nada será lo mismo, nada será igual,
ya sabes...
Feo, fuerte y formal.
En el calor de la noche,
a plena luz del día,
siempre dispuesto para alegrarte el día.
Soy hombre de bien
a carta cabal
y como el DUQUE:
feo, fuerte y formal.
Mi fama me precederá
hasta el infinito y más allá.
Y vive Dios que escrito está:
“Si doy mi palabra,
no se romperá”.
- FUENTE -
MUSICA.COM
Para que discutir si se puede pelear, esto define bien a un hombre, que no está dispuesto a ningunearse, ni ser criticado, así pues, como estas imágenes, es un hombre el que tiene que sopesar su papel en la cultura y su propia naturaleza... si un hombre será algo así dentro de una creación femenina, civilizada, y dulce, una civilization franÇaise: http://mmbiz.qpic.cn/mmbiz/QneWDMIRlm9ThajFyNyLict8K1pW86MIiabBOJTaRzhjS85N0fHXx3wUshJMiaboV5evGsejrRPqF64dDEDbOVKGg/0?wx_fmt=jpeg